jueves, 1 de diciembre de 2011

¿No hay correctores de imprenta?

Ultimamente flipo en colores. A mucha gente le ha dado por autopublicarse. Eso no es que sea algo malo en principio. El problema viene cuando te gastas un pastizal en una novela y te encuentras con que estas tienen más faltas de ortografía que los dictados del cole de mi hijo de 9 nueve años. Y te preguntas, ¿merece la pena? Pues miren Vdes., señores escritores, ¿Por qué no hacen el esfuerzo de leerse su novela alguna vez o, en su defecto, dársela a algún coleguita más avezado en estas cosas y nos evitamos todos el mal rollo?

Y entonces llegar a la conclusión de que el problema lo tiene el que lo compra, por comprar donde lo hace. Y se dice, ¡Fuera Bubok!. Pero eso tampoco funciona, porque hasta editoriales de renombre (no diré nombres, de momento), dejan pasar errores garrofales. Y eso que de momento sólo hablo de ortografía, porque si te pones a buscar otro tipo de errores, como semántica o, eso tan simple como que las cosas cuadren, pues se os caerían los palos del sombrajo.

Y en eso estamos, ¿tan caro es pagar a un buen corrector? ¿O también esa labor la pueden hacer ahora las máquinas? ¡Dichoso progreso y dichosa crisis!

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